Julio es una de las últimas víctimas de Quiosquera. Apareció por el quiosco de sopetón y se hizo cliente habitual. Compra El País con Cocina de autor y Teo y se para un ratito a charlar.
- ¿Conoces nuestro libro? –ataca Quiosquera-.
- ¿Qué libro?
Esa es la pregunta clave, la pregunta que nunca debe hacerse a Quiosquera si no se tienen ganas de comprar, porque, a partir de ahí, ella saca el gen comercial y le endosa el libro a un ciego si falta hace.
Julio se llevó “Pies para quiosquero primera temporada”.
- Ya nos dirás si te ha gustado.
- Bueno, la verdad es que no sé cuando lo leeré porque tengo varios en cartera.
A la mañana siguiente pasó empujando el cochecito de su pequeña. En la mano, Pies para quiosquero.
- Me ha enganchado –me dijo sin pararse-. Sólo me quedan ocho páginas.
Tuvo que esperarse a Sant Jordi para poder “disfrutar” la segunda parte a pesar de que me chantajeaba emocionalmente para que le adelantase la primicia.
Una mañana de sábado, con la tranquilidad que da la falta de clientela, pudimos enrollarnos un poco.
- ¿Has visto EX? –me preguntó-.
- No pero no descarto ir una noche de estas.
- Te gustará. El guionista es muy bueno, muy irónico. Bueno, no es una ironía tan ácida como la tuya pero estoy seguro de que te gustará.
- Aprovecharé un fin de semana.
- ¡No! Sábados y domingos la gente va muy encopetada y falta calor. Los mejores días son miércoles y jueves. Con precios populares hay un público más fresco que entra mejor en la función.
Así pues, Quiosquera y yo bajamos ayer del entarimado y ocupamos nuestros asientos en el patio de butacas. Fila 4 y centrados. Hubiera preferido la primera fila pero, en ese caso, hoy tendría tortícolis. Hasta me puse guapo dentro de lo cabe. La primera sorpresa estaba en taquilla: en la cola no había cola. Una vez más el deporte (televisado) le ganaba la partida a la cultura.
EX es una comedia ligera. No llega a eso; es una sucesión de sketchs largos que, en modo alguno, nadie relacionaría con Muriel Robin y Pierre Palmade, sus autores, cuyos nombres no evocan precisamente un humor tan carpetovetónico. Uno, que en sus años mozos, hizo sus filigranas en el teatro, sabe que mantener el interés de una obra con sólo dos actores en el escenario precisa de un buen texto, un buen director y unos buenos intérpretes.
En directo, nunca había visto a Abel Folk ni a Àngels Gonyalons. Folk tiene la osadía de, además, dirigir la función y lo hace dándole un ritmo trepidante, impropio de una comedia con tan pocos actores. En su papel no se permite ningún tipo de adorno: expresión justa, gesto justo, sin estridencias. Humor socarrón.
Una fideuá es un buen plato. Una fideuá con all i oli es un plato sublime. En EX, el all i oli lo pone Àngels Gonyalons: canta, baila y, sobre todo, interpreta. Y muestra todo un repertorio de gestos, expresiones y modulación de voz que desatan la hilaridad del espectador. Vamos que, cuando se jubile, le ofreceré que se venga al quiosco de intérprete. Seguro que con su expresión habla extranjero mejor que yo.
Quiosquero es persona de sonrisa fácil pero muy poco propicio a la carcajada. Anoche me reí. Fueron 90 minutos de distensión muy bien aprovechados. Y como tuve tiempo de ver la última media hora del Madrid-Barça, comprobé que había acertado en la elección de espectáculo.
En resumen, EX es una comedieta sin más pretensiones, que alcanza sobradamente su objetivo: divertir.